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jueves, 5 de marzo de 2009

Salva Cruce


Liberi sto felicitatem et gloriam consecuunto... Salva cruce




Saludos a todos, soy nuevo en esto de publicar en la internet, pero considero un buen espacio para expresar y llegar a por lo menos una mente que comparta una mínima similitud con mis pensamientos. Sabrán disculpar.
"Liberi sto felicitatem et gloriam consecuunto... Salva cruce" a algún ecuatoriano, de cualquier edad, género, etc, etc., se le hace algo familiar esta frase? pues debería, la escribió Eugenio Espejo, ilustre Masón forjador de la independencia de mi país (Ecuador). No soy experto en latín, pero la mejor traducción que puedo darle sería: Al amparo de la cruz conseguíd la libertad, la felicidad y la gloria", esta bella frase fue escrita sobre cientos de papeles blancos, los mismos que se pegaron a grandes estandartes rojos para posteriormente ser colgados, durante la madrugada, en cada una de las cruces de piedra de las iglesias de mi ciudad, Quito. Este podría considerarse como el primer acto independentista del Ecuador.

Es una historia demasiado larga, al igual que bella, como para ser contada ahora... después de todo La historia nunca termina de contarse.

En fin, en uno de mis pasatiempos favoritos, ahora visité el mejor museo que he tenido el agrado de ver, El Museo del Bicentenario Centro de Arte Contemporáneo. Fue un auténtico regreso al pasado.



Lo peculiar de esto es que aprendí demasiadas cosas en un día, vaya! es indignante saber que en un espacio tan grande, tan lleno de conocimiento y verdad, sólo estuvimos en este día mi novia y yo (Gracias bb).
Siento infinita lástima por todas las personas que sienten saber la verdad de los acontecimientos pasados, basados únicamente en una clase de primaria que recibieron hace quién sabe cuántos años, además, la poca información no es del todo completa o correcta y hasta llega a ser falsa. Me siento en una infinita deuda con aquel puñado de seres humanos y repito seres humanos, porque ninguno de ellos fueron superdotados guerreros con inteligencia sobrenatural y desbordante valentía a toda prueba. Fueron seres humanos, Ecuatorianos y extranjeros, que, en su momento sintieron mucho miedo, como cualquiera de nosotros y más de una vez vieron la posibilidad de desistir en sus ideas, sin embargo lograron aquello que nos beneficia hasta nuestros días. Ahora los comprendo, ahora los veo como si se tratara de cualquiera de mis vecinos de al lado, personas normales, pero extraordinarias al mismo tiempo.
No quiero volver interminable y monótona mi primera publicación, no crean que soy un historiador o un ratón de biblioteca que vive en el pasado, tampoco soy un fanático nacionalista (Debo decirlo todo porque un medio como este se presta para innumerables mal interpretaciones) no, soy un joven más que gusta de la música, el modelismo a escala y hasta el play station; pero al margen de todos estos factores, soy un incansable buscador de la verdad y por medio de esto quiero hacerles notar, amigos, que es necesario conocer la realidad de las cosas, analizar el pasado de una manera pragmática, desterrando cualquier dogma y sobre todo desechando el mediocre pensamiento (en el cual me incluí por mucho tiempo) que nos dice: "eso yo lo aprendí en la escuela...", porque al darnos cuenta veremos que no hemos aprendido nada y el único homenaje verdadero que podemos darles a esos grandes seres humanos, no son monumentos o museos, sino simplemente recordarlos con la verdad de sus hechos.
En mi país, estos héroes fueron masacrados, junto con el 1% de la población de Quito de aquel entonces: unas 300 almas, cuando el reloj marcaba la 1:30 pm del 2 de agosto de 1810, murieron siguiendo sus convicciones de libertad e igualdad... como reza cierta frase: "Lo único que se necesita para que el mal triunfe, es que los hombres buenos no hagan nada"
Sé que todos comparten historias como la que hoy tengo el agrado de contarles, y sé que cada país tiene sus seres humanos extraordinarios... por favor investígenlos y lean sobre ellos, vayan a un museo y pregunten como locos, sientan la libertad forjada a costa de muchas vidas y siéntanse satisfechos de por lo menos, haber hecho su parte.

G.A.



Sí quiteños, amar a la patria es virtud; servirla; obligación. ¿Pero qué es morir por la patria? Es morir por estimar la felicidad ajena como propia y despreciar la felicidad propia como inútil. Es imitar la conducta de Dios en su providencia amorosa. Es, en una palabra, ser el hombre superior a sí mismo y al resto de los demás hombres.
Fragmento de la oración fúnebre. 2-agosto-1810
Miguel Rodríguez